NO ES COMARCA PARA JÓVENES: FORMACION, JUVENTUD Y EMPLEO EN EL MEDIO RURAL.[1]

En esta entrada tratamos de  reflexionar sobre el desempleo juvenil en el medio rural del interior andaluz y la posible relación existente entre el nivel formativo de este colectivo y la posibilidad de  inserción en el mercado laboral. Nos basamos fundamentalmente en un trabajo realizado en 2014, “Exclusión social y Juventud. La juventud desde una perspectiva laboral y de exclusión social”, trabajo actualizado a fecha de 2016.

Tomamos como referencia del estudio distintos años, o catas  cada una de ellas vinculada a situaciones económicas distintas: 1999,2006, 2011 y 2016. El primero, 1999, estamos en la fase final de  la crisis del 92; el segundo, 2006, nos encontramos  en plena fase expansiva de la economía; mientras los dos últimos 2011 y 2016, nos situamos en distintas etapas de la gran recesión económica.  Estas son las cuestiones que nos hemos planteado.

¿ Qué papel ha jugado el nivel formativo de la población joven del medio rural en la inserción laboral, en el éxito en la búsqueda de empleo y en la inclusión social de este colectivo?.

¿No encontramos en un cambio coyuntural, o en un nuevo modelo económico donde la universalización de la formación y el acceso a la formación post universitaria, empieza a restringirse, frenando el ascenso social de la juventud del medio rural en general y de la clases populares en particular, apareciendo  nuevas barreras sociales ?.

Estas son las conclusiones del estudio realizado. ( Si están interesados en el estudio completo , puedes solicitármelo)

Una comarca con una población envejecida. Perdida del peso social y político de la población joven en las  sociedades de la tercera edad. La población joven, grupo de edad comprendido  entre los 16-29 años representaba en 2016, solo el 18,2% de la población comarcal, mientras que la población mayor de 70 años suponía  el12,6% y los mayores de 80 años el 5,4%.  Se está produciendo un proceso acelerado de envejecimiento de la población rural del interior andaluz lo que supone una  disminución en números absolutos  y en representación de la población joven en nuestras “sociedades de la tercera edad”, dificultando, según algunos investigadores, el proceso de inclusión social de este colectivo. A la disminución del número de jóvenes hay que añadir un aumento en la dificultad que experimentan para acceder a una serie de derechos básicos, como el trabajo y la vivienda. Los jóvenes dejan de ser un colectivo prioritario para los partidos políticos, son ya  minoría en nuestra comarca.

Una generación perdida y frustrada con formación. El mercado laboral ha castigado siempre a la población joven, y dentro de este colectivo a los de menor edad (16-19 años). El desempleo juvenil no es algo nuevo, ha persistido durante las cinco últimas décadas tanto a nivel europeo y nacional, pero es a partir de la crisis de 2008, cuando tiene tintes dramáticos y con características específicas. Nos encontramos a partir de esta fecha en la comarca con una población joven con un alto nivel formativo, que no habían alcanzado las generaciones anteriores, e incluso con un nivel formativo superior al conjunto regional. La generación perdida y frustrada intenta iniciar la transición al mercado laboral sin éxito.

Sentirse  parado como algo normal entre la población joven. Si en las décadas anteriores  podíamos afirmar que “la experiencia” de sentirse parado durante una parte del tiempo era una situación habitual en el colectivo de población joven. Hoy encontrarse en paro, es la situación normal en la que se encuentran un porcentaje elevado de la población joven europea y muy especialmente en las comarcas rurales del interior de Andalucía, como son los ámbitos funcionales de Estepa y Osuna.

Tasa de paro juvenil en la comarca camuflada  .La tasa de desempleo juvenil real en nuestro territorio se encuentra en cierto modo “ camuflada”, como ya  hemos comentado. Se encuentra aparentemente por debajo de la tasa nacional y la andaluza, ya que un alto porcentaje de población  joven de nuestra comarca en situación de paro se puede incluir dentro del colectivo de “ población desanimada”, que no sólo no hacen una búsqueda activa de empleo, sino que ni  siquiera se inscribe como demandante de empleo. La destrucción de empleo y el aumento del tiempo de permanencia en paro provocan una caída progresiva de la intensidad de la búsqueda de trabajo de los jóvenes desempleados, lo que incrementa su propensión a transitar a la inactividad. Por otro lado no se dispone de datos estadísticos oficiales, desglosados a nivel local o comarcal, lo cual nos impide conocer realmente la tasa de paro juvenil real en la comarca. Por este motivo hablamos  en nuestro documento siempre de tasa de paro juvenil estimada y camuflada.

Población joven desaminada y poco proactiva en la búsqueda de empleo. En relación  con el párrafo anterior, en el medio rural andaluz, debido a la existencia de unas redes sociales familiares de apoyo más intensas que en el medio urbano, el porcentaje de población “desanimanda”, y/o sin necesidad urgente de incorporarse al mercado laboral es mayor que en el medio urbano, aunque debemos de reconocer que este dato no está científicamente cuantificado. Por otro lado las oportunidades de empleo son menores, estamos en una economía de base agrícola como ya hemos señalado, factor que incrementa la “población joven desanimada.

Desajuste entre el nivel formativo, la oferta y la demanda. “El aumento de la población juvenil con títulos superiores a la enseñanza obligatoria ha tenido como consecuencia una reducción de las oportunidades laborales de los menos formados, y es entre ellos donde más se concentra el riesgo de desempleo y de inestabilidad laboral. (Iannelli y Soro-Bonmatí 2001)”.

Esta afirmación ha de ser matizada en nuestro territorio, por un lado la carencia de formación no es un freno tan acentuado para insertarse laboralmente, lo que pone de manifiesto que los trabajos disponibles son de bajo nivel formativo y escasa especialización. Por otro lado el alto porcentaje  de paro registrado en el colectivo de población con estudios postsecundarios, que se ha incrementado en estos últimos años es resultado de la polarización y el desajuste educativo a nivel nacional, que se acentúa en una comarca del interior andaluz. El abandono y el fracaso escolar temprano no son incompatibles con la mejora del nivel educativo de las nuevas cohortes de población joven en situación de paro registrado. El aumento de la formación ha estado sesgado hacia la educación universitaria, lo que ha provocado un desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo por el nivel educativo que condiciona la evolución del desempleo juvenil, que castiga en el territorio a la población con mayor formación.

En las últimas década del  s. XX,  la mayor formación de la población joven de la comarca no suponía mejorar las condiciones laborales, pero el  mercado laboral estaba abierto a este colectivo que había decidido permanecer en el  territorio, aunque no existiera diferencia entre los trabajos desarrollados por la población adulta, los padres y la población joven con mayor formación., los hijos.

A partir de  2006, la brecha existe entre el nivel formativo entre la población joven de la comarca y el conjunto andaluz se rompe. La población joven parada  de la comarca tiene un nivel formativo superior al conjunto andaluz y al provincial.

En pleno boom inmobiliario, en cenit de la década prodigiosa, la población joven llega a representar el  39,3%  de los parados registrados, el porcentaje más alto de toda la etapa estudiada, aunque no en valores absolutos. La inserción laboral de la población joven es de saldo negativo a pesar de tener un alto nivel formativo, que paradójicamente coincide con saldos migratorios positivos hacia la comarca, de población extranjera que ocupa puestos de trabajo no plenamente cubiertos por la población local.

En 2011 y 2016, el peso de la población joven parada se incrementa en valores absolutos, este incremento se centra en la población joven con estudios secundarios y postsecundarios. El incremento del paro en todos los grupos de edades, por efecto de la gran recesión, reduce el peso de la población joven parara hasta el 34%. A pesar de todo el paro afecta fundamentalmente  a la población con mayor nivel formativo, que sigue teniendo un menor índice de inserción, afectando especialmente al colectivo de mujeres. Paradójicamente  el paro es menor en la población joven con menor formación, teniendo este grupo un mayor índice de inserción laboral.

Jóvenes parados con alto nivel formativo. El paro registrado de la población joven, en los años estudiados, y fundamentalmente a partir de 2006, se concentra en la población con estudios secundarios y postsecundarios, que superan siempre  el 90% de los parados jóvenes La polarización del nivel educativo de la población española hacia los estudios universitarios  se ha traducido en un desajuste entre la demanda de trabajo cualificado y la oferta, lo que ha provocado que los titulados universitarios experimenten tasas de desempleo elevadas tanto en relación con el resto de población joven, como también en comparación con sus homólogos europeos[2]. A este fenómeno no ha sido ajena la población joven de nuestra comarca, acentuándose en los años de plena crisis.

La mujer joven con formación protagonista del paro. Al relacionar paro registrado, nivel formativo  y sexo nos encontramos que las mujeres  jovenes  con formación son mayoritaria dentro del colectivo de parados jóvenes registrados. La mujer tiene mayor dificultad de insertarse laboralmente que el varón, salvo las que tienen formación primaria completa. Una vez superado la formación  primaria completa las dificultades de insertarse de las mujeres son mayores. Podemos afirmar paradójicamente que a medida que se incrementa el nivel formativo del colectivo de mujeres las dificultades de insertarse laboralmente aumentan.

La formación no es garantía de salir del paro dentro del marco comarcal. Se puede afirmar, con la mayor prudencia  posible, que el nivel formativo  de la población parada en general y de la población joven en particular en la comarca Estepa-Osuna , no es garantía de insertarse laboralmente, o que la mejora del nivel formativo de la población parada registrada no ha supuesto salir de la situación de parado.

Mayor dificultad en el medio rural en relación al medio urbano de que se inserten laboralmente los jóvenes con formación y especialmente las mujeres La mayor formación de las mujeres demandantes de empleo no es una garantía para encontrar un puesto de trabajo en nuestra comarca, ni en Andalucía del  interior. Las tasas de desempleo son mayores, paradójicamente en este colectivo que en los varones. La mujer joven con formación tiene mayor dificultad de acceder a un puesto de trabajo en nuestro territorio, y es consciente de que debe de que tener mayor cualificación y predisposición que el varón para competir por un mismo puesto de trabajo.

La recesión económica a partir de 2008, supone la aparición  de una nueva figura “población joven en situación de expectativa” El incremento en la comarca a partir de 2006 de la población  joven con estudios secundarios y postsecundarios en número absolutos puede estar relacionado con el hecho de que la crisis económica afecta de forma desigual a las familias. En plena crisis económica la huida del medio rural y completar la formación universitaria, aprovechando las oportunidades laborales que ofrece la gran ciudad no está ya al alcance de todos los grupos sociales. La aventura universitaria, seguir manteniendo  a los hijos en la ciudad tras finalizar la etapa formativa solo está al alcance de unos pocos, los más pudientes. Muchos de los jóvenes  se encuentran “en situación de expectativa” regresan temporalmente al medio rural en espera de oportunidades que no siempre llegan. Pero esta situación de expectativa no es una renuncia definitiva a abandonar el medio rural.

Cambio de tendencia en el colectivo de mujeres, “regreso temporal” al medio rural y bloqueado el acceso laboral en una economía local  masculinizada. Mujer doblemente marginada.  Las mujeres secularmente han sido las pioneras en abandonar el medio rural, y especialmente, en los últimos años las mujeres con mayor formación. Recordemos, que el apego de la mujer al medio rural es menor que los varones, la mujer ha sido la pionera en los procesos de emigración, estas en una estructura de economía agraria poco diversificada luchaban por desarrollar sus expectativas laborales fuera del medio rural en la gran ciudad, mientras el varón con formación  tenía la opción de regentar el patrimonio familiar.

La crisis  ha producido, por tanto, un importante cambio de tendencia respecto a años anteriores a la gran recesión, como confirman los datos. Actualmente dentro del colectivo de  mujeres, la que tienen  formación postsecundaria son las que tienen mayor dificultad de insertarse laboralmente, posiblemente este cambio de tendencia sea debido a varios factores relacionados entre sí. Por un lado, la recesión económica obliga a algunas mujeres a regresar temporalmente al  medio rural, y por otro lado en una economía local muy masculinizada, con la ruptura de la paridad en el sector agrario, las mujeres tienen bloqueado el acceso a un mercado  laboral muy dependiente del sector primario.

El mayor peso de las mujeres con formación en la comarca en situación de paro  en relación a los varones, está relacionado ,por un lado, por la mayor apuesta en los últimos años  de las mujeres por la formación mientras que en los varones esta apuesta es algo más débil al tener otras salidas laborales , y también por el debilitamiento de las redes sociales de apoyo, que hacen que muchas mujeres con formación, algo que afecta también a los varones en cierta medida, se vean obligadas a retornar al medio rural, aumentando el peso de las mujeres paradas con formación. Este retorno temporal que podemos considerar “obligado” al medio rural, es motivado por la crisis actual, y por el debilitamiento de los apoyos familiares, que permitían al colectivo de mujeres mantenerse en el medio urbano. Pero dicho retorno temporal de la mujer al medio rural no le garantiza salir de la situación de paro, tiene mayores dificultades que el varón, y una mayor frustración. La emigración no está descartada.

El ascensor social ha dejado de funcionar para los jóvenes del medio rural. Aparecen nuevas brechas sociales, una nueva nota de corte social, otro tipo de reválida. .Posiblemente la brecha social existente en el medio rural que había sido en  parte reducida por el acceso a la formación de las capas más humildes, toma otros derroteros que la mantiene y la amplia. No todos los grupos sociales pueden soportar el esfuerzo para que sus hijos completen el ciclo formativo y la transición hacia el empleo en el medio rural y especialmente en el urbano.

Un comarca con una  estructura económica poco diversificada, y muy dependiente del sector agrario. La inserción laboral de los jóvenes con mayor formación en las comarcas del interior de Andalucía y especialmente en las comarcas de Estepa y Osuna, está estrechamente relacionada con una estructura económica escasamente diversificada y fuertemente dependiente del sector agrario. La mayor formación no se presenta como una oportunidad, sino en la mayoría de las ocasiones como un obstáculo.

Para terminar es interesante reproducir la reflexión de Joaquín Estefanía “ La primera brecha que ha creado la crisis actual es la generacional. Los jóvenes son los que más han sufrido los estragos de la crisis: el paro, la precarización,  el apartheid salarial, la emigración para sobrevivir, o en el mejor de los casos para aplicar los conocimientos adquiridos”[3].

 

 

 

Tras una larga espera y si no cambia las políticas locales, y el viejo modelo de necropolitica neoliberal, la única salida de este colectivo es seguir emigrando. Emigrar simplemente para sobrevivir de “limpia-platos” en Reino Unido o en Europa Central aunque eufemísticamente se encubra como una experiencia para mejorar los idiomas, o en el mejor de los casos, pero estos son los menos, para intentar aplicar los conocimientos adquiridos.

Ramón Ortiz Benjumea. Geógrafo.

Herrera, 2016 y marzo.

[1]  Este artículo son las conclusiones de un estudio más amplio “Exclusión social y Juventud. La juventud desde una perspectiva laboral y de exclusión social ”,y en concreto del apartado Formación e inserción laboral de la población joven.

[2] La polarización en formación de la población joven se pone de manifiesto en los siguientes datos:La población joven española se encuentra entre los de menor formación, sólo un 38,8% de la población española tan sólo posee educación primaria o secundaria inferior, mientras que la población universitaria en la población entre 25-34 años alcanza el 39,2%, 5,1 pp más que el promedio de la UE15. Datos 2010 EUROSTAR.

[3]  Abuelo ¿ cómo has consentido esto?. Joaquín Estefanía. Editorial Planeta. 2017.

JUVENTUD.FORMACION Y EMPLEO. PDF.